Cada cambio de casa siempre implica bolsas y bolsas de basura llenas de cachureos, papeles y otros que alguna vez guardé “por si acaso” o simplemente porque sí, por recuerdos, por ser parte de mi breve historia (hmmmm...ni tan breve ya)
Mudarse es como cambiar de piel, dejar restos de uno atrás y seguir adelante. Desde que llegué a Santiago en 1995 me he cambiado 5 veces. En las primeras oportunidades el cambio resultó más fácil, no tenía más que mi ropa y los materiales de la universidad, algunas fotos, trabajos para uno que otro ramo y millones de fotocopias. Por otro lado, la estadía máxima en cada lugar había sido sólo 1 año y, por lo tanto, poco era lo que había acumulado. Mi fin no era establecerme en Santiago ni en alguno de esos lugares, sólo estaría ahí 10 meses al año y luego volvería a Valdivia. El tercer cambio fue más pesado, habían pasado 3 años en el departamento de Las Hualtatas, tenía ya un televisor de 21’’, películas, libros, más fotos, más trabajos y más fotocopias. Seguía siendo un refugio pasajero, pero ya reconocía que el futuro se evidenciaba más acá en el sur. Recuerdo que saqué cuatro bolsas de basura llenas, la etapa universitaria había llegado a su fin y muchas cosas ya no iban a ser más necesarias. Pero no deja de dar un poco de tristeza, después de todo, son parte tangible de lo que una vez viviste: esas fotocopias eran del cuaderno de la Claudia, reconozco la letra; y esas otras son de las materias de la Elena, tienen su nombre en todos lados. Son recuerdos, “memorias” como decía la Tía Dolores.
Ahora voy por la sexta mudanza y nuevamente me encuentro revisando papeles, fotos, diapositivas, cartas y sí, también fotocopias. He tratado de botar sin mirar, pero es inevitable ponerme a leer y a revisar. Me toma sin sorpresa la nostalgia y mis nariz moquillea (por el polvo, obvio!). Leo cartas de gente que no veo desde el siglo pasado (literalmente) y encuentro papelería de la época en que la universidad nos ponían nota por jugar a formar agencias de publicidad. “Enanos de Pies Grandes”, “Viceversa”, “Cara y Sello” y “Rapsodia Publicitaria” vuelven por breves segundos a mi memoria, incluyendo peleas y carretes, trasnochadas cargadas de stress, impresoras que se negaban a imprimir a última hora y un tazón de café derramado sobre el teclado, sumado al colapso del PC. Sé que por más años no las puedo conservar, necesito botar muchas cosas para alivianar la carga y hacer menos agotador el cambio de morada. Pero con el tiempo mi memoria ya no es la misma y no sé si al eliminar todo registro físico de una época, borraré también los recuerdos... porque los espacios que recorro a diario ya no son los mismo, porque círculo de gente que me rodea se ha reducido y hay varios que no he vuelto a ver.
Todo esto hace que me sienta vieja, nostálgicamente vieja. Pero como dicen, todo cambio es bueno y mudarse a otro rincón siempre tiene ese “gustito” a juguete nuevo que resulta entretenido. No queda otra que cambiarse, así es que, entonces, comenzaré a jugar a empezar de nuevo.
lunes, mayo 21, 2007
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