No me di cuenta cuando quedé muda. Tenía la cabeza llena de ideas, sin embargo, de un rato a otro me quedé sin tiempo para escribir en este blog (aunque tampoco muy a menudo lo estaba haciendo)
Pasó rápido, muy rápido. Sin planificación y sin buscarlo. El trabajo llegó por suerte y por pituto, como a la mayoría de las personas de este país.
Llegó en un momento en que comenzaba a cuestionar mi vida una vez más, cuando pensaba que este sería un año de cambio de folio pero nulo, como tantos otros, en el tema profesional y de crecimiento personal. Pero llegó y lo estoy disfrutando mientras dure, porque no sé si pasaré los 3 meses de prueba, porque no sé si algo nuevo llegará más adelante. De todas maneras mis mañanas son un trauma después de tanto tiempo despertando a la hora de mi antojo. Despotrico en contra del reloj, del despertador, de la tele, del frío de la mañana, del hecho de tener que abandonar la cama; mas no queda otra que aceptar el ingreso al asalariado mundo. Al final del día estoy cansada, pero contenta. Lata me da no poder escapar a Valdivia, no poder estar hoy con mi mamá en su cumpleaños como en algún momento lo tenía programado, pero es parte de un proceso al que me había negado a entrar.
Así se baraja la vida: con sus pros y sus contras, con los gustos y los disgustos, y así se acepta tal cual es, porque de todo se aprende... de todo estoy aprendiendo.
lunes, julio 31, 2006
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