No sé si alguno recuerda aquel comercial de crema Ponds, en el que una mujer decía “¿Qué edad creen que tengo: 20…25? No. Tengo 35” Dicho comercial fue motivo de chistes en aquella época (los 80…creo), pero resulta ser el cuento de mi vida.
No, no tengo 35. Pero resulta difícil que alguien que me conozca poco adivine mi edad ante tal pregunta. Hace algún tiempo, al decirle mi edad al dentista, me quedó mirando fijo y dijo: “Pensé que tenías 21” y se rió. Un poco antes de eso, una chica que conocí, luego de pensarlo y mirarme bien (sólo porque advertí antes que no represento la edad que tengo) dijo creer que tenía 23. Estaba un poco lejos.
En algunas ocasiones puede ser un beneficio, y a futuro ciertamente alabaré a las deidades y a la genética por brindarme este cutis, pero en otra… uf!, preferiría representar lo que tengo. En un viaje a NYC, mientras europeos menores que yo paseaban libremente por algunos lugares, yo tenía que andar mostrando mi ID. En una entrevista de trabajo pusieron un gran pero al hecho de verme demasiado joven para el cargo… y así con mi cara y carnet de identidad.
Aún así, cada vez me cuesta más asumir el tener que cambiar el compañero del “veinti” por otro número mayor, especialmente hoy que tengo que hacerlo por el último de los nueve dígitos. Más encima el 9, número que nunca ha sido de mis favoritos ¡Cómo odiaba en el colegio el .9! Prefería mil veces un indigno 3.8 a un 3.9, pues era mejor estar dos décimas debajo del 4.0 que sólo una. Por sobre eso, está el tema de mi altura, el haberme quedado pegada en el metro cincuenta y nueve… ¿por qué nunca pudo ser un metro sesenta?, preguntaba yo mientras miraba al cielo, pero de respuesta no recibía otra cosa que la lluvia valdiviana. En fin. Pero como decía antes, no se trata de sentirme más vieja. No. Se trata de ver que los años pasan y yo todavía ando de pajarito por este mundo, sin haber logrado demasiado. Socialmente debería estar en otra parada, trabajando, independizándome de alguna forma, pero no.
Antes era un alivio pensar que mis padres se casaron viejos para los años que corrían. Mi mamá tenía 28 y mi papá 32, fueron padres por primera vez (de un hermoso bebé que obviamente fui yo) un poco después. A mis en-pañales-29-años no tengo idea de lo que espero estar haciendo mañana, y no paro de cuestionar si lo que hecho ha estado bien hecho o bien mal hecho, más aún con el medio atropellón de hace unas semanas atrás.
Pero bueno, hoy es mi día. A las 00 horas mi hermana me dio mi primer abrazo y mi primer regalo. Un par de segundos después llamaron mis papás para saludarme como es la costumbre familiar (siempre a la medianoche). En la noche de hoy, planeo pasarlo bien, tomar y comer rico, abrazar a quien vaya a verme. Terminaré de desprenderme del resto de piel que queda de mis 28, para lucir la nueva resplandeciente piel de los 29. Lustraré bien mis zapatos, les sacaré todo el polvo y listo, saldré de nuevo a caminar ¿Dónde? No sé. Espero averiguarlo pronto.
jueves, octubre 06, 2005
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3 comentarios:
Bueno,..el primero en saludar es Spam,..asi q no cuenta,..soy el primero,.!!! feliz cumpleaños niña,... este sera un muy buen año,...ya lo veras!
BWaaaaahahahaha, viejaaaa, viejaaaa!!!!
Nah, feliz cumple Mamba. A ver si nos vemos en la night.
Bueno, te comprendo, me pasa. Creo que representar menos edad es bueno, demasiado bueno. Lo extraño es dar explicaciones y terminar mostrando el carnet. JA. Yo feliz si me dicen que tengo menos edad, entre menos mejor. Creo que nací ádelantado jaja.
Qué sea un buen día Mamba, de verdad!
Saludos
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