Es curioso, recién creado mi propio weblog anduve como niña pequeña pensando en qué decir y llenando de ideas mi cabeza para traspasarlas después. Ahora, me siento frente al computador y no tengo idea de qué escribir, con mis dedos simplemente adornando el teclado.
Mis pensamientos decantaron en la laguna de mi mente y ahora no tengo como sacarlas del fondo. Al parecer, con tanto tiempo sin activar mis neuronas nunca me di cuenta cuando empezaron a cobrar peaje entre las sinapsis, y como no hay abundancia monetaria en mis arcas...
Se supone que el tiempo libre y el ocio son productivos, se supone, porque mi quinquena cuasi sabática ha terminado por dejarme como cuaderno nuevo. A veces odio las mañanas, pues luego de leer el diario no hay más que horas desocupadas. Pocas cosas me motivan. Si hasta el hambre perdió su efecto para llevarme a la cocina a preparar algo rico ("¿Qué hay para comer hoy? Hmmm ¿Tallarines con salsa o lechuga con atún?")
El sueño es el que llena mis horas. Si duermo, el día se hace más corto; no obstante la noche se hace eterna sin conseguir pegar pestaña. Si no tuviera clases en la tarde, estaría durante esas horas mirando a mis tortugas. La mayoría dice que son aburridas, pero a mí me entretienen. Es que mis tortugas son ninjas y escalan el acuario para salir a explorar los escarpados campos de alfombra, luchando contra los malvados muebles del living... "¡Cuidado, ahí viene la Bípeda!"... ejem, es decir, yo. Las devuelvo al acuario y les doy un poco de sus camaroncitos. Son voraces.
En fin. Al menos el día está agradablemente nublado. Podría llover un poco, sólo un poco, lo suficiente para limpiar el aire y así poder ver la cordillera, o al menos apreciar la tridimensionalidad del paisaje.
Bueno, tengo ya un poco de apetito: ¿Qué comeré hoy? ¿Tallarines con salsa o lechuga con atún?
Mis pensamientos decantaron en la laguna de mi mente y ahora no tengo como sacarlas del fondo. Al parecer, con tanto tiempo sin activar mis neuronas nunca me di cuenta cuando empezaron a cobrar peaje entre las sinapsis, y como no hay abundancia monetaria en mis arcas...
Se supone que el tiempo libre y el ocio son productivos, se supone, porque mi quinquena cuasi sabática ha terminado por dejarme como cuaderno nuevo. A veces odio las mañanas, pues luego de leer el diario no hay más que horas desocupadas. Pocas cosas me motivan. Si hasta el hambre perdió su efecto para llevarme a la cocina a preparar algo rico ("¿Qué hay para comer hoy? Hmmm ¿Tallarines con salsa o lechuga con atún?")
El sueño es el que llena mis horas. Si duermo, el día se hace más corto; no obstante la noche se hace eterna sin conseguir pegar pestaña. Si no tuviera clases en la tarde, estaría durante esas horas mirando a mis tortugas. La mayoría dice que son aburridas, pero a mí me entretienen. Es que mis tortugas son ninjas y escalan el acuario para salir a explorar los escarpados campos de alfombra, luchando contra los malvados muebles del living... "¡Cuidado, ahí viene la Bípeda!"... ejem, es decir, yo. Las devuelvo al acuario y les doy un poco de sus camaroncitos. Son voraces.
En fin. Al menos el día está agradablemente nublado. Podría llover un poco, sólo un poco, lo suficiente para limpiar el aire y así poder ver la cordillera, o al menos apreciar la tridimensionalidad del paisaje.
Bueno, tengo ya un poco de apetito: ¿Qué comeré hoy? ¿Tallarines con salsa o lechuga con atún?
1 comentario:
La flojera vienes después de demasiado rato libre, como en mi caso. Al pirncipio me levantaba a las 8:30 y hacia ejercicios, iba al cine, leía mucho, iba de visita mueística o simplemente iba y me sentaba un rato en el parque de la escultura. La diferencia es que también antes no pololeaba ni mucho menos salía los fines de semana...¿Carrete? Ja! Ahora el dinero es menos y los fines de semana son sagrados, especialmente las noches, porque me gusta compartirlas con mi pareja.
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