No hay nada que se compare al desagradable despertar de un viaje en bus de 10 horas, cuando el sobrecargo comienza abrir las cortinas y a la fuerza te saca de ese sueño que hace poco rato lograste conciliar. Mal genio empieza uno a abrir los ojos, mal diciendo a aquel que ha tenido la desfachatez de encajarte semejante mal desayuno. Sin embargo, el estado de ánimo cambia cuando por la ventana ves el regalo que significan los paisajes del sur.
Así desperté el viernes pasado. Así olvidé tanto el sueño como el cansancio, al mirar como el paisaje despertaba entre lloviznas, en los campos los animales salían a pacer y los árboles se erguían en distintos tonos de verdes como pacientes observadores, testigos de aquello que para la capital no es cotidiano.
Vi unos 5 cisnes, una que otra bandurria, el río Cruces avanzando con sus cada vez más marrones aguas, y varias plantaciones de insipientes pinos. Sí, el paisaje ha ido cambiando con los años, no es el mismo que me vio partir hace 10 años, pero es el paisaje que indica que llego a casa y eso me hace inmensamente feliz.
Viajé en busca de refugio, en busca del calor de hogar; para ser mimada por mis padres y mi nana (mi querida Marina), y recibir el incondicional cariño de mi perro (mi peludo Niko). Vine escapando del calor, buscando gotas de lluvia y eso fue lo que encontré. Sólo el sábado paró de llover, y parezco ser la única feliz por eso. Es que nadie entiende ese placer que en mí despierta sentir la lluvia caer, sentir el viento en mi cara y, al mismo tiempo, apreciar como esta ciudad se viste de plata. Sí, porque me gusta Valdivia y adoro su clima, porque aquí está mi familia y mis recuerdos de niña.
Ahhhhhhhhhhh… ahora como un pan amasado recién salido del horno, untado con mantequilla que se hace agua al tocar la miga. Afuera llueve torrencialmente y yo… yo no me canso de mirar.
miércoles, noviembre 23, 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Hola
Me pasa igual que a ti, despues de vivir casi 8 años en Rancagua, cuando vuelvo a Valdivia, nace en mí una dicha tan especial.. es como volver a tener 20.. respirar ese aire.. las micros que no cambian.. los choferes, el rio, la lluvia.. es la máxima felicidad en una palabra VALDIVIA
Nada que ver Figueroa!!!! Si lo único que me falta acá es mi Coyote
que envidia por la cresta.... el pan amasado con margarina es lo mas rico que hay...hecho de menos que a los 29 años de edad mi mamá me arrope en la cama y e bese en la frente todas las noches...creo que pondré un link mas para aquellos blogs que estén liados ocn gente de Valdivia...
un abrazo... y a mi también me gusta la lluvia, cuando llueve aqui soy la unica que se alegra
Publicar un comentario