Así nombró un amigo al estado en que yo caía después de estar en Valdivia. No sé si muchos recordarán Pantanal (ya sea por memoria o por factor etario), pero la frase a la que apelaba mi amigo era la siguiente: "yo me quiero ir a mi casa, Juventino". Eso era en épocas de pregrado, años atrás, cuando el síndrome llegaba post viaje de vagaciones de invierno o de verano. Ahora el síndrome regresa de vez en cuando, como ahora.
A pesar que este es el décimo año de la madre que paso lejos de la mía, aún no me acostumbro. Y si bien este año el vacío se vio mitigado por la visita mi padre (de jueves a domingo gracias a un curso), aumentó apenas llegó a buscarlo el taxi para ir al aeropuerto.
Tengo ganas de sentirme en casa, de ser 100% hija y de que me regaloneen. Quiero abrazar a mi papá y a mi mamá, jugar con mi peludo perro y dormir siesta junto a él por las tardes; quiero comer y comer de las cosas ricas que prepara la Marina aunque eso implique llegar a Santiasco a hacer dieta.
Siento necesidad de familia, de hogar... de esa seguridad que sólo siento allá. Mis miedos regresan y temo enfrentarme sola al mundo. Quiero ser niña, la niña... aunque sea sólo por unos días.
martes, mayo 10, 2005
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4 comentarios:
AAaaaagh, créeme que a veces siento lo mismo. Pero no por estar lejos de mis papás, sino por tener que ser yo el papá de la casa. Snif.
Sé que es algo mamón mi post, pero hay veces en que se me hace necesario el olor de mi madre y el de mi padre, me recargan de energía. La verdad es que mis revoluciones andan algo bajas y para esto no me sirven los Zucosos.
Ufff tengo 27 y todavía creo que soy un cabro chico... no es malo, pero a veces no es bueno. No me entiendes? bueno, yo tampoco.
Saludos
Bueno,.. afortunadamente no me molesta mi papel de juventino.
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